¿Qué papel juegan las imágenes y los organizadores gráficos en una monografía?

Una monografía es un texto que se basa en un estudio o una investigación y que aporta información relevante acerca de un tema en particular. Se utiliza principalmente en ámbitos académicos, y los temas que se tratan pueden ser tanto científicos como sociales.

El papel que juegan las imágenes en una monografía es sustentar algo que se está afirmando en el cuerpo del texto o ilustrarlo con evidencia empírica (como se haría al incluir una fotografía). En el caso de los organizadores gráficos, el objetivo principal es resumir la información que se viene brindando en el texto para facilitar la comprensión por parte de los lectores, al señalar los conceptos clave de un tema.

Entre las imágenes más comunes, se pueden mencionar los gráficos de estadísticas, las fotografías, las ilustraciones, los mapas, los dibujos. Dependiendo de qué imagen se utilice, la función específica variará. Por ejemplo, incorporar un mapa puede servir para mostrar la ubicación de alguna civilización que se esté analizando; una fotografía puede utilizarse para mostrar la vestimenta de una época determinada; un gráfico de torta puede ser ilustrativo en caso de querer mostrar visualmente cantidades y proporciones.

Los organizadores gráficos, por su parte, son mapas conceptuales, por lo cual, independientemente del tema y de la forma que tengan, persiguen un mismo objetivo principal: brindar una representación visual de determinados aspectos y conceptos destacados dentro de la materia que se trata, en forma de esquema y utilizando etiquetas. Esto ayuda a que la información se presente de manera concisa y ordenada, de modo que favorece a la comprensión y la memorización de los temas.

En el caso de las monografías, no es lo más frecuente el uso de imágenes y organizadores gráficos, y en determinados campos a veces incluso se desaconseja. Sin embargo, en muchas ocasiones los autores recurren a estas herramientas con el objetivo de aportar distintos tipos de información que son relevantes para el tema que se trata. Es por eso que se recomienda que su uso esté debidamente justificado.

Tanto las imágenes como los organizadores gráficos pueden estar intercalados en el texto o pueden aparecer al final de la monografía como parte de un anexo. Esto es lo más recomendable si no se quiere interrumpir la lectura.

Ver además: ¿Para qué sirve una monografía?