Juan y Gabriela iban a casarse ese mismo día. En medio de los preparativos, recibieron el llamado de uno de los testigos de la boda y el mundo se les vino abajo. El hombre estaba varado en un aeropuerto sin poder viajar. Gabriela tomó la noticia con bastante calma, pero Juan se amargó muchísimo. Por suerte, el problema tenía la solución. El juez autorizó a la pareja para que cambiara de testigo y ellos eligieron al hermano de la novia. Así, la boda pudo desarrollarse sin mayores dificultades. Finalmente, quien era el testigo original llegó tarde, pero al menos todos pudieron disfrutar de una fiesta inolvidable. ayuda