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Cuento Todos los días, a la misma hora, Juancito se despertaba con un maullido: se trataba de una gata que caminaba por los techos y se paraba frente a su ventana. Al principio, era una molestia; después, su puntualidad hizo que se convirtiera en un despertador animado; finalmente, la gata tuvo nombre —Greta— y fue una alegría para Juancito, que la esperaba ya levantado, con un platito de comida.
Un día, la gata no apareció más. Juancito se apenó un poco, pero enseguida se olvidó de ella. Pasó un mes, otro mes y otro mes. Una mañana, al levantarse, oyó un sonido familiar. Parecía un maullido, pero más fuerte, más ronco. Se asomó a la ventana y no alcanzó a darse cuenta de nada porque las garras se aferraron a su cintura, mientras los incisivos se clavaban en su cuello.
Diálogo —Hola, Analía. ¿Cómo estás? Te llamo porque hace tiempo no tengo noticias tuyas y me preocupa que te haya sucedido algo grave. Mira qué intranquila estoy por no saber nada de ti que todos los días reviso los avisos fúnebres de los diarios para ver si nos has dejado para irte al Cielo, a los Campos Elíseos o al Walhalla, bueh, en fin, para ver si no te has muerto. Dime, Ana, cómo va el trabajo, si es que lo tienes, o tu novio, si es que no te ha dejado. Además, está el asuntito aquel de lo que te presté no me acuerdo bien para qué proyecto tuyo…
—Ah, Valeria, eres tú. ¿Así que estás preocupada por mí? ¿Estás angustiada porque no sabes si me he muerto? Y ahora que me escuchas y puedes confirmar que aún pertenezco al mundo de los vivos, ¿quieres que te diga cómo me va en el trabajo? Mira, esto te lo tendría que preguntar yo a ti, que has hecho lo imposible para que me echaran de la empresa. ¿Y estás desinteresadamente interesada en ver qué ha sucedido con Hernán? ¡Descarada! Si fuiste tú el motivo por el que él me dejó, mejor dicho, fuiste tú quien me lo arrebató. Y para coronarlo todo, me mencionas, como al pasar, el dinero que, según tú, te debo. Valeria, te lo diré claramente: yo no te debo nada; el dinero, por si no lo recuerdas, me lo diste, para que, aprovechándote de mis contactos financieros, lo invirtiera en una criptomoneda. Si aquello no funcionó, lo lamento. Aunque para serte sincera, no lo lamento tanto. Lo que sí lamento es haberte conocido, haberte entregado mi amistad. Adiós, Valeria, adiós.
Mito Gea, la Madre Tierra, y Urano, el cielo dieron origen a los titanes, que gobernaron la tierra. Entre ellos se hallaba Cronos, quien se unió a la titánide Rea y dieron a origen a los dioses. Preocupado por un oráculo que había predicho que uno de sus hijos lo mataría, Cronos comió a sus primeros cinco hijos. Cuando Rea tuvo al sexto, el dios Zeus, decidió engañar a Cronos y le entregó a este una piedra en lugar de su hijo. Cronos comió la piedra y Rea envió a Zeus a Creta. Allí lo crió una ninfa llamada Amaltea. De este modo, Zeus escapó de la muerte.
Ya adulto, Zeus supo acerca de su padre y regresó a Grecia, decidido a vengarse. En Grecia conoció a la titánide Metis, quien le dio a Zeus una droga para que la tomara Cronos. Al beberla, este expulsó a los cinco hijos que había ingerido: las diosas Hera, Deméter y Hestia, y los dioses Hades y Poseidón. Zeus también liberó a los cíclopes, una raza de gigantes que Cronos había confinado a los infiernos. Así, Zeus, el resto de los dioses y los cíclopes declararon la guerra a Cronos, al que, finalmente, derrocaron.
Gracias
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