Explica de qué forma el liberalismo influyó en América.

Las ideas del liberalismo político, que se originaron en el siglo XVII en Inglaterra y luego se difundieron en Francia, fueron el fundamento ideológico del proceso de revolución e independencia de los Estados de América.

Este proceso se inició en 1776, en los Estados Unidos. El principio político de que el poder reside en el pueblo y que este elige a sus propios gobernantes fue el que tomaron como premisa los colonos norteamericanos para oponerse al rey y al Parlamento inglés. Luego de oponerse al pago de nuevos impuestos establecidos por la Corona, se produjo un conflicto armado entre colonizadores y colonos.

Finalmente, el 4 de julio de 1776, los colonos firmaron la Declaración de la Independencia. En ella, las colonias se proclamaban Estados libres e independientes por derecho, y quedaban liberadas de la conexión política con Gran Bretaña. Siguiendo las ideas del liberalismo, sostenían que el gobierno tenía su origen en el consentimiento de las personas, y no debía ir más allá del límite impuesto por la libertad y la propiedad de los individuos.

En 1787 se sancionó la Constitución de los Estados Unidos (que fue la primera Constitución escrita de la historia), donde se establecía como organización política una república representativa y federal, con división en tres poderes: Legislativo, Ejecutivo y Judicial. Además, se establecía que todos los representantes eran elegidos por el pueblo.

Tras la independencia de los Estados Unidos, en 1789 se produjo la Revolución Francesa, que, bajo el lema “Libertad, Igualdad, Fraternidad”, consagró los principios políticos del liberalismo en Francia y luego en buena parte de Europa. La Revolución francesa acabó con la monarquía absoluta y los privilegios de los nobles, e hizo posible que los sectores burgueses (empresarios, comerciantes y artesanos) gozaran de los derechos políticos.

Entre 1810 y 1825, la independencia de los Estados Unidos y la Revolución francesa guiaron el desarrollo de los procesos de independencia de los Estados hispanoamericanos. La configuración de la división en virreinatos dependientes de la Corona española dio paso a la formación de nuevos Estados independientes, que, con el tiempo, redactaron sus propias Constituciones nacionales según los preceptos del liberalismo. De este modo, el liberalismo funcionó en América Latina como la corriente de pensamiento unificadora que movilizó los movimientos de independencia y, luego, los programas sobre los que se consolidaron los gobiernos y la nueva organización social de los Estados nacientes.

Un rasgo característico del liberalismo en esta región es la idea de que el régimen republicano es el medio que permite limitar el poder absoluto y el despotismo. En este punto en particular se basaron los principales desacuerdos que enfrentaron a los grupos liberales y conservadores en las nuevas naciones hispanoamericanas.