¿Qué dicen los textos bíblicos al respecto de la dimensión comunitaria?
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Estos son algunos textos bíblicos que se refieren a la dimensión comunitaria del ser humano:
Génesis 2:18-23 En referencia a la Creación del ser humano:
«Luego Dios dijo: “No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada”. Entonces Dios formó de la tierra toda ave del cielo y todo animal del campo, y se los llevó al hombre para ver qué nombre les pondría. El hombre les puso nombre a todos los seres vivos, y con ese nombre se les conoce.
»Así el hombre fue poniéndoles nombre a todos los animales domésticos, a todas las aves del cielo y a todos los animales del campo. Sin embargo, no se encontró entre ellos la ayuda adecuada para el hombre. Entonces Dios hizo que el hombre cayera en un sueño profundo y, mientras este dormía, le sacó una costilla y le cerró la herida.
»De la costilla que le había quitado al hombre, Dios hizo una mujer y se la presentó al hombre, el cual exclamó: “Esta sí es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Se llamará mujer porque del hombre fue sacada”.» [en hebreo, la palabra que significa ‘mujer’ suena de manera parecida a la que significa ‘hombre’].
Génesis 50:15-21 En referencia a cómo José se reconcilia con sus hermanos luego de la muerte de su padre:
«Al reflexionar sobre la muerte de su padre, los hermanos de José concluyeron: “Tal vez José nos guarde rencor, y ahora quiera vengarse de todo el mal que le hicimos”. Por eso le mandaron a decir: “Antes de morir tu padre, dejó estas instrucciones: ‘Díganle a José que perdone, por favor, la terrible maldad que sus hermanos cometieron contra él’. Así que, por favor, perdona la maldad de los siervos del Dios de tu padre”.
»Cuando José escuchó estas palabras, se echó a llorar. Luego, sus hermanos se presentaron ante José, se inclinaron delante de él y le dijeron: “Aquí nos tienes; somos tus esclavos”. “No tengan miedo”, les contestó José, “¿Puedo acaso tomar el lugar de Dios? Es verdad que ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios transformó ese mal en bien para lograr lo que hoy estamos viendo: salvar la vida de mucha gente. Así que, ¡no tengan miedo! Yo cuidaré de ustedes y de sus hijos”. Y así, con el corazón en la mano, José los reconfortó.»
Hechos 2:42-47 En referencia a los primeros cristianos:
«Se mantenían firmes en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en el partimiento del pan y en la oración. Todos estaban asombrados por los muchos prodigios y señales que realizaban los apóstoles. Todos los creyentes estaban juntos y tenían todo en común: vendían sus propiedades y posesiones, y compartían sus bienes entre sí según la necesidad de cada uno. No dejaban de reunirse en el templo ni un solo día. De casa en casa partían el pan y compartían la comida con alegría y generosidad, alabando a Dios y disfrutando de la estimación general del pueblo. Y cada día el Señor añadía al grupo los que iban siendo salvos.»
Epístola a los Romanos 12:3-19 San Pablo, dirigiéndose a una de las primeras comunidades de cristianos:
«Por la gracia que se me ha dado, les digo a todos ustedes: Nadie tenga un concepto de sí más alto que el que debe tener, sino más bien piense de sí mismo con moderación, según la medida de fe que Dios le haya dado. Pues, así como cada uno de nosotros tiene un solo cuerpo con muchos miembros, y no todos estos miembros desempeñan la misma función, también nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo en Cristo, y cada miembro está unido a todos los demás.
»Tenemos dones diferentes, según la gracia que se nos ha dado. Si el don de alguien es el de profecía, que lo use en proporción con su fe; si es el de prestar un servicio, que lo preste; si es el de enseñar, que enseñe; si es el de animar a otros, que los anime; si es el de socorrer a los necesitados, que dé con generosidad; si es el de dirigir, que dirija con esmero; si es el de mostrar compasión, que lo haga con alegría.
»El amor debe ser sincero. Aborrezcan el mal; aférrense al bien. Ámense los unos a los otros con amor fraternal, respetándose y honrándose mutuamente. Nunca dejen de ser diligentes; antes bien, sirvan al Señor con el fervor que da el Espíritu. Alégrense en la esperanza, muestren paciencia en el sufrimiento, perseveren en la oración. Ayuden a los hermanos necesitados. Practiquen la hospitalidad. Bendigan a quienes los persigan; bendigan y no maldigan. Alégrense con los que están alegres; lloren con los que lloran.
»Vivan en armonía los unos con los otros. No sean arrogantes, sino háganse solidarios con los humildes. No se crean los únicos que saben. No paguen a nadie mal por mal. Procuren hacer lo bueno delante de todos. Si es posible, y en cuanto dependa de ustedes, vivan en paz con todos. No tomen venganza, hermanos míos, sino dejen el castigo en las manos de Dios.»
Las personas somos seres sociales. Nacemos en el seno de una familia y crecemos con el apoyo de la comunidad que nos rodea: vecinos, feligreses, docentes y compañeros de escuela, amigos. Todas las personas pertenecemos a la gran familia humana. Por eso, es necesario que existan opciones de desarrollo para todos. Al ser sociales por naturaleza, los seres humanos buscamos organizarnos, cooperar y establecer alianzas con nuestros semejantes para alcanzar el beneficio común. Por el hecho de pertenecer a distintos grupos (familia, club, escuela, barrio, nación) adquirimos una identidad social y personal a través de un proceso de socialización por el que incorporamos los valores y las costumbres de la sociedad a la que pertenecemos. La dimensión comunitaria del ser humano se manifiesta a través de los siguientes aspectos: la solidaridad, la capacidad de perdonar y el sentimiento de fraternidad.
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