En el texto "La oveja negra", ¿cuál es el giro sorprendente?

“La oveja negra” es un relato breve del escritor guatemalteco Augusto Monterroso (1921-2003). Cuenta la historia de una oveja que fue fusilada, presuntamente por su color, y a la que un rebaño, en un gesto de arrepentimiento, le erigió tiempo después una estatua en su honor. De este modo, se inició la costumbre de fusilar a las ovejas negras, para que el resto de las ovejas pudieran “ejercitarse también en la escultura”.

El comienzo de la costumbre de fusilar a las ovejas negras para promover la práctica de la escultura (como se dice en la última oración del texto) constituye el giro sorprendente del relato: si el rebaño erige una estatua a la oveja que había sido fusilada, con el fin de reparar de algún modo el daño cometido, lo que espera el lector es que el rebaño no reincida en la práctica del fusilamiento, y menos aún que se lo justifique invocando el supuesto beneficio que se obtendría de dicha práctica, como lo sería el ejercicio del arte de la escultura (junto con el del mismo ejercicio del fusilamiento, como sugiere en la frase final el adverbio también).