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Las personas con discapacidad son, ante todo, personas y deben ser tratadas como tales, más allá del tipo de discapacidad que tengan: la discapacidad no implica incapacidad.
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Hay que dirigirse a ellas con naturalidad, evitando manifestar una actitud compasiva. Esto significa, entre otras cosas, hablarles de manera normal (sin emplear un tono voz especial o palabras y gestos infantiles) y no mostrar una actitud compungida, que, por lo general, es artificiosa y teatral.
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En caso de que necesiten ayuda, preguntarles la clase de ayuda que necesitan y de qué manera dársela. Nadie conoce mejor cómo ayudar a una persona con discapacidad que ella misma.
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No tomar una actitud sobreprotectora hacia las personas, sino respetar su libertad y su autonomía.
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No enfocarse en las limitaciones de la persona, sino en sus capacidades.
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A menos que se tenga una relación de confianza con la persona con discapacidad, no hay que preguntarle acerca del tipo, origen u otras circunstancias relacionadas con la discapacidad que tiene.
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Fomentar que expresen sus propias opiniones y puntos de vista, y respetar sus gustos y decisiones.
Gracias
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