¿De qué manera se perciben los unos con los otros (indígenas y españoles) y (españoles e indigenas)?

Al comienzo, los pueblos indígenas dieron un buen recibimiento a los conquistadores españoles, a quienes en muchos casos consideraban como enviados de sus dioses. Admiraban sus vestimentas y las herramientas que usaban, así como temían sus armas, especialmente las de fuego.

La hospitalidad hacia los recién llegados se manifestó en los intentos por establecer un diálogo, en la entrega de alimentos y obsequios, así como el acto de brindar alojamiento a los españoles en sus poblados. Sin embargo, cuando los españoles empezaron a actuar de manera cruel con los pobladores originarios, estos reaccionaron violentamente e iniciaron luchas de resistencia frente a quienes ahora percibían como invasores.

Los españoles, por su parte, percibieron a los pueblos indígenas como pertenecientes a culturas menos avanzadas y como seres disponibles para realizar trabajos a favor de la Corona española. Consideraban que carecían de una organización política estructurada y una cultura digna de atención. Un motivo adicional para no valorarlos como personas era su condición de “infieles”, por no profesar la religión cristiana.

En varias ocasiones, los conquistadores llevaron indígenas ante las cortes europeas para exhibirlos como seres exóticos. Por otra parte, al ser testigos de las obras que los indígenas realizaban en metales preciosos, comenzaron a hacer circular historias inventadas acerca de lugares donde abundaban esas riquezas, como la leyenda de El Dorado.

En 1512, veinte años después de la llegada de las naves de Cristóbal Colón a las tierras que luego serían conocidas como América, se promulgaron en España las Leyes de Burgos, en las que se establecía la condición de hombres libre de los indígenas y se prohibía que fueran explotados, aunque se los obligaba a trabajar a favor de la Corona en calidad de súbditos.