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El lenguaje que utilizamos depende del contexto, de los participantes y del tema que se trate. En función de esos elementos, se puede utilizar un lenguaje formal o un lenguaje informal.
Las características del lenguaje formal son:
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Es un modo de habla que se utiliza en determinados contextos protocolares o de cierta seriedad.
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Respeta las normas de la gramática y de la ortografía de manera rigurosa.
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Utiliza fórmulas de cortesía, esto es, frases hechas que muestran respeto hacia otra persona.
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Requiere ciertas destrezas lingüísticas para poder ser utilizado, dado que en muchos casos se emplean términos específicos de un tema, frases de mayor complejidad sintáctica, se precisa disponibilidad de vocabulario para evitar redundancias, etc.
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No permite el uso de vulgarismos, muletillas o modismos.
Las características del lenguaje informal son:
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Se usa en contextos familiares o conocidos, se emplea con personas que son de confianza para el hablante.
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Si bien se respetan las reglas del código lingüístico, en muchos casos pueden obviarse determinadas normativas o distorsionarse algunas cuestiones gramaticales en el uso.
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Se suelen emplear modismos y muletillas, que son expresiones fijas cuyo significado no se deduce literalmente de las palabras que las conforman.
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Como es de uso cotidiano, es utilizado por la gran mayoría de las personas sin necesidad de tener conocimientos específicos de la lengua, es decir, de manera espontánea, distendida e intuitiva.
El lenguaje formal puede utilizarse en diversas situaciones, por ejemplo:
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en un examen oral;
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en una carta formal;
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al dirigirse a una persona desconocida con cierta autoridad;
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en una consulta médica;
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en una entrevista laboral.
El lenguaje informal, por su parte, podría utilizarse en las siguientes situaciones:
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en una conversación con un familiar;
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en una charla entre compañeros de curso;
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en una carta informal;
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en una interacción con compañeros de trabajo;
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en un intercambio con un vecino.
Gracias
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