En la clase de ciencias Juan realizó un experimento en el cual puso una arveja sobre algodón dentro de un frasco con agua. Durante las dos siguientes semanas observó y describió cómo fue cambiando la arveja, y planteó sus conclusiones con respecto a lo observado. Luego, al presentar su trabajo en la clase, uno de sus compañeros le dijo que su trabajo no era un estudio científico, pues no tenía medición alguna que lo respaldara. ¿Tiene razón el compañero de Juan?, ¿por qué?

El compañero de Juan tiene algo de razón.

Uno de los pasos fundamentales del método científico es la observación y el registro de los datos observados. Para que los datos que se registran sean confiables, deben contener parámetros cuantificables. Para dar un ejemplo, no basta con decir que la planta de arveja “creció mucho”, sino que hay que especificar cuántos centímetros creció y en cuánto tiempo.

Si bien debe ser algo flexible que se adecue a cada situación, básicamente podemos decir que el método científico consta de los siguientes pasos:

1. Observación.

2. Planteo de una pregunta relacionada con lo observado.

3. Elaboración de una hipótesis, es decir, una posible respuesta a esa pregunta.

4. Realización de experimento/s para poner a prueba la hipótesis.

5. Análisis de los resultados y conclusiones para ver si se confirma la hipótesis o si se plantea una nueva.