Carta de opinión sobre la educacion de los incas

Señora Directora del suplemento de Cultura

Recientemente, he tenido oportunidad de estudiar diversos aspectos de la civilización incaica. En particular, quiero detenerme en su educación. Dado que los incas carecían de escritura, lo que sabemos de su sistema educativo procede de la tradición oral, puesta por escrito más tarde por los conquistadores españoles.

La educación formal (es decir, la educación recibida en la escuela) era, ciertamente, un privilegio al que accedían pocos. Básicamente, los hijos varones de los nobles y de los encargados de administrar las diversas regiones del imperio. Las mujeres, en su mayoría, no recibían educación, excepto algunas, a las que se les enseñaba a tejer, cocinar y algunas nociones de religión.

Desde nuestra cultura actual, en la que la educación es un derecho de todas las personas, estas características de la educación incaica pueden sorprendernos y resultarnos chocantes. Sin embargo, en Europa, durante muchos siglos, la educación también estuvo limitada a algunos sectores sociales.

Respecto de las materias que se estudiaban, es interesante observar cómo se relacionaba con las funciones de gobierno a las que estaban destinados los alumnos. Así, aprendían lengua quechua (la lengua oficial del Imperio inca), religión, historia y, también, lecciones acerca de cómo interpretar los quipus, las cuerdas de colores anudadas mediante las cuales los incas registraban distinto tipo de información (como la cantidad de habitantes, de alimentos y de tropas). Además, practicaban educación física y recibían entrenamiento militar.

Dado que no había escritura, toda la enseñanza se impartía oralmente y el alumno debía memorizarlo todo. Este método nos puede parecer poco eficiente y tedioso, pero en nuestra cultura la memorización también fue parte importante del aprendizaje hasta hace no mucho tiempo.

En definitiva, considerando la época y las necesidades de la sociedad, la educación incaica cumplía su objetivo de formar a las personas de acuerdo a lo que se esperaba de ellos. No se debe olvidar que, más allá de la educación formal que recibían los nobles, el resto de las personas eran educados en sus familias, donde aprendían a realizar las distintas actividades propias de su condición. En este sentido, puede decirse que la educación entre los incas no era muy diferente a la de otras sociedades de la época.

A. J. Inchauspe