chulorey
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Escuela primaria
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Un cuento de aventura inventado, que tenga inicio, desarrollo y final.

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    2

    ignacio_m

    El visitante

    (Inicio, introducción o situación inicial) En sus últimas vacaciones, Leonor y Román decidieron salir, con sus mochilas y su carpa, a recorrer la zona de bosques que hasta ese momento ninguno de los dos había visitado. Llegaron haciendo autostop y se instalaron en un paraje solitario y muy agradable, cerca de la orilla de un lago. No había poblaciones a la redonda. Solamente se escuchaba el canto de algún pájaro y el murmullo del viento entre las hojas de los altos árboles. El anochecer del primer día, hicieron una fogata, calentaron agua y prepararon unas sopas instantáneas que habían llevado junto con otras provisiones. Comieron unas galletas con queso y, como postre, compartieron una barra de chocolate mientras veían ocultarse el sol tras la línea del horizonte. El clima era agradable, pero de todos modos decidieron usar sus bolsas de dormir, pues es habitual que en esos lugares la temperatura descienda unos cuantos grados durante la noche. Se durmieron pronto, agotados como estaban por el trajín del viaje.

    (Desarrollo, complicación o nudo) Fue Leonor la que se despertó con el fuerte destello que entraba a través de la tela de la carpa. Al principio, pensó que ya había salido el sol. Cuando miró su celular y vio que eran las 2:45, se dio cuenta de que no era la luz del sol lo que brillaba afuera. Despertó a Román y, de común acuerdo, decidieron salir a investigar. Al descorrer el cierre de la entrada, no podían dar crédito a lo que veían sus ojos. Un objeto del tamaño de un automóvil, con forma de huevo, flotaba a dos metros por encima de la superficie del lago. Parecía estar hecho de aluminio e irradiaba una intensa luminosidad blanca. La sorpresa los dejó inmóviles durante unos segundos y se convirtió en auténtico pánico cuando observaron dos siluetas que descendían de la nave. Parecía que flotaban en el aire y no tocaban el agua. Sin decir palabra, se pusieron sus calzados y una prenda de abrigo, y salieron presurosamente hacia el interior del bosque. Allí, la oscuridad era una ventaja, porque los ocultaba de los recién llegados; sin embargo, también era un gran contratiempo, ya que temían tropezar con alguna raíz o cortarse con una rama. El pánico los impulsaba a internarse cada vez más en la espesura. En un momento, decidieron detenerse y esperar en el lugar, temerosos de extraviarse en medio de ese bosque. En cuanto se quedaron quietos, la silueta de uno de los extraterrestres se materializó frente a ellos. Tenía poco menos de un metro de altura y el cuerpo se asemejaba al de un ser humano, pues contaba con cabeza, tronco y extremidades. No pudieron ver su rostro porque una fuerte luz lo iluminaba desde atrás y casi los enceguecía. Se maravillaron al escuchar que el visitante hablaba su lengua y conocía sus nombres. —Leonor, Román. No teman —les dijo, con una voz metálica—. Mi nombre es Max-24 y vengo de un mundo lejano, semejante a este. Hemos observado desde el espacio que el planeta donde viven está envuelto en gases peligrosos que generan sus propios habitantes. Por eso, hemos venido a advertirles que deben cesar de emitir esos gases, a menos que quieran que el clima se vuelva tan hostil que ya no tengan manera de soportarlo. Les damos esta misión: avisen a los jefes de su mundo que deben cuidarlo más. ¡Adiós! Y tan misteriosamente como se había presentado, la silueta del extraterrestre se desvaneció en el aire.

    (Final, desenlace o resolución) Leonor y Román, más tranquilos, regresaron al sitio donde habían acampado. La nave ya no estaba sobre el lago. Entraron en la carpa y resolvieron regresar a la ciudad en cuanto amaneciera. Tenían una importante misión que cumplir.

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